Por David Baker / Fotos de Darryl Lai y David Baker
Valeria Pizarro deja salir el aire de su chaleco y respira por su regulador de buceo a medida que se sumerge en aguas verdes que parecen una sopa de arvejas. Aunque el fondo del mar queda solo a unos pocos metros debajo, ella no puede verlo. El sedimento y las algas que se encuentran en la superficie del agua le dan un color café-verdoso al agua. Ella está a la caza de corales, pero ella sabe que estas volubles criaturas prefieren aguas prístinas, de condiciones óptimas; sus esperanzas de encontrar corales no son altas.
Es el año 2013 y Pizarro, una bióloga colombiana especializada en ecosistemas marino costeros, está buceando en la entrada de la Bahía de Cartagena, una de las más contaminadas de América Latina. Es una Bahía con alto tráfico de botes y grandes barcos, a donde llegan aguas negras y grises de los residentes de la Bahía, y es uno de los puertos más antiguos del hemisferio. Sus aguas son turbulentas por el tráfico constante de inmensos barcos cargueros. Y en fotos satelitales, se observa cómo la pluma del Canal del Dique (aguas del río Magdalena) entran a la Bahía y cómo sus aguas cafés van invadiendo como un abanico las aguas azules brillantes del Caribe. Es el último lugar donde uno espera encontrar corales.
Después de renunciar a su puesto en la academia, Pizarro fue contratada por una firma que estaba encargada de realizar los primeros pasos para dragar el segundo canal de acceso a la Bahía de Cartagena siguiendo la locomotora de desarrollo del gobierno nacional. El plan era relocalizar las pocas colonias de coral que pudieran estar en el área donde se iba a dragar el canal.
Sin embargo, a Pizarro y a su empleador les espera una sorpresa. Lo que descubrieron llevó a la coalición de un pequeño grupo de apasionados por los corales con el fin de proteger un arrecife que florece en un lugar tan inesperado. Estos científicos quieren entender cómo estos corales se han adaptado a la contaminación, la misma que está acabando con los arrecifes del mundo. El equipo incluye investigadores colombianos, pescadores locales e investigadores de reconocimiento internacional de dos universidades de Estados Unidos: Universidad Estatal de Pensilvania y Universidad Estatal de Oregon.
Durante su inmersión fatídica, mientras Pizarro se sumerge a través de la oscuridad, el agua de repente se aclara. La capa nubosa sólo se mantiene en la parte superior, y a medida que ella descienda, es recibida por una vista panorámica de colonias de coral gigantes. Se encuentra en medio de un arrecife próspero que se extiende en todas las direcciones hasta donde ella puede ver.
Al terminar su buceo de búsqueda de corales, cuando Pizarro sale a la superficie dice “tenemos un problema, acá no hay uno o unos cuantos corales, acá hay un arrecife coralino”. La persona en el bote revisó y confirmó las coordenadas, estaban en donde tenían que estar. Pizarro le dice a la firma consultora que no se puede proceder con la movilización de los corales. Ahí hay un arrecife coralino saludable en el área. Pero le piden que siga su trabajo. Pizarro continua la evaluación y cuando la buscan para hacer parte de equipos de trabajo para hacer un canal alterno, declina las ofertas. Poco tiempo después está trabajando con Ecomares, una ONG dedicada a la conservación y restauración de la diversidad biológica. Su mayor proyecto es proteger el arrecife que descubrió recientemente.
Lo que Pizarro encontró abre un nuevo frente en la pelea global que hay para salvar y proteger los arrecifes coralinos del mundo, que en la actualidad se encuentran en peligro de desaparecer. La mitad de estos ecosistemas han desaparecido en los últimos cincuenta años, y ninguna región ha sido tan afectada como el Caribe. El descubrimiento de Pizarro podría ser la clave para descifrar como los corales pueden sobrevivir el riesgo que están enfrentando como resultado de las actividades antrópicas.
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Recompensa por la Biodiversidad
El arrecife es conocido localmente como Varadero. Y mientras son pocos los investigadores que conocen su existencia, los pescadores de la zona saben de ella hace mucho tiempo. Estos arrecifes son centros de biodiversidad. Los corales son colonias compuestas por pequeños animales llamados pólipos, estos animales son capaces de secretar exoesqueletos de carbonato de Calcio, un compuesto que en tiempos geológicos pueden convertirse en piedra caliza y mármol. En un arrecife, los corales forman grandes estructuras llamadas arrecifes, donde se crean hábitats para una gran cantidad de organismos: crustáceos, moluscos, esponjas, pulpos y algas. Y por supuesto peces, muchos, muchos peces.
Por generaciones los pescadores de la población de Bocachica (Isla de Tierra Bomba) han transitado esta agua, algunas veces sin conocer que debajo de esa capa de lodo hay un colorido paisaje submarino, pero sabiendo que hay algo allá abajo que atrae peces como un imán.
Bocachica se encuentra en el extremo de una isla, al lado del canal de entrada de grandes embarcaciones a la Bahía de Cartagena. Las casas colindan con el Fuerte de San Fernando, una construcción española del Siglo 17, desde donde se vigilaba el ingreso de las embarcaciones. Las calles de Bocachica son de lodo y están cubiertas por vidrios rotos. Las casas destartaladas pero pintadas de colores brillantes, el fuerte restaurado y una estrecha playa delimitada por palmas dan la idea de un paraíso trópical.
En el pueblo hay pocos servicios, comparados a los que encontramos en las grandes ciudades: no hay calles pavimentadas, no hay un lugar donde se pueda disponer la basura adecuadamente y casi nulo servicio de salud. La llegada de la electricidad es tan reciente que los niños lo recuerdan.
Sin embargo, los isleños son expertos en sobrevivencia. Además de pescar, muchos subsisten del turismo, la mayoría trabajando en los botes que ofrecen el servicio de transporte para turistas que llegan a la ciudad de Cartagena y que buscan playas con aguas transparentes, lejos de las aguas de la bahía de Cartagena. Y aunque a Bocachica solían llegar estos turistas, la ampliación del canal de acceso existente y el cambio del azul turquesa de las aguas por el café de la bahía, ha resultado en la reducción de los visitantes a la zona. El dragado del segundo canal podría ser desastroso, reduciendo el número de peces y de turistas.
“¿Qué va a pasar con nosotros cuando destruyan el arrecife? Las cosas van a ser más complicadas. ¿De qué vamos a vivir?” pregunta Hector Avendaño. Él es un pescador y negociante, con una sonrisa generosa. Él es uno de los Ocho Hermanos, empresa de ocho hermanos (como su nombre indica) que tienen unas embarcaciones de pesca y otras de turismo. Además, Hector tiene un pequeño local con su mamá en la playa donde ofrece el servicio de restaurante, y que presta para dar clases a los niños cuando es necesario. Está siempre listo para vender una gaseosa o una cerveza helada, o dar un paseo en lancha hasta el muelle del otro lado de la isla por unos cuantos pesos. A Hector le gusta su vida en la isla.
“Me gusta la tranquilidad que siempre hemos tenido. Es un lugar calmado, tranquilo. Por ahora. Aún cuando no sepamos qué es lo que está pasando mar afuera,” dice, mirando a la distancia los buques que esperan ingresar a la bahía.
Por ahora, los Ocho Hermanos se las arreglan. Sus botes están en buen estado; sus motores andan suavemente. Y cuando se dañan, los hermanos tienen el conocimiento para repararlos en el camino con una cuerda y un par de alicates. Pero como el resistente arrecife donde ellos pescan, no están muy seguros que puedan aguantar la fuerza del progreso.
¿Qué les pediría a las autoridades que están planeando dragar el canal? “les pediría que pongan sus manos en el corazón. ¿Cómo pueden destruir algo que ha estado allí creciendo por tantos años?”.
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Secretos de Varadero
Recientemente, los Ocho Hermanos han encontrado nuevos clientes para sus servicios, un creciente número de científicos que están fascinados por la existencia y sobrevivencia de Varadero ante la cantidad de presiones antrópicas en las que viven. Este resistente arrecife y su vigor exuberante desafía todo lo que los investigadores han aprendido sobre los corales. Valeria Pizarro no quiere adivinar el por qué este arrecife está en tan buen estado allí, “no tenemos una respuesta”, dice “creo que tenemos que estudiarlo para entender que está pasando allí”.
A nivel mundial los arrecifes coralinos están amenazados por estresores locales que incluyen el desarrollo costero, sobrepesca y polución. En Varadero estas tres actividades se llevan a cabo desde hace varios siglos. La bahía recibió a los conquistadores españoles a finales del siglo XVII y se volvió un centro importante de su imperio. El Canal del Dique es construido en 1582 y desde ese momento comenzó a transportar sedimentos y contaminantes a la bahía. A unos cuantos metros del arrecife los entonces esclavos construyeron el fuerte de San Fernando. Dichos constructores son los ancestros de los habitantes de la Bocachica actual, quienes han sobrevivido gracias a la pesca que realizan en las aguas circundantes.
Pero las presiones sobre los arrecifes no sólo provienen de estresores locales, sino también del cambio climático. Alrededor del 80% de la cobertura coralina del Caribe se ha reducido, en muchos casos a causa de eventos de blanqueamiento que han ocurrido por el aumento de la temperatura en los mares. Los arrecifes coralinos son melindrosos cuando se trata de sus preferencias de clima, y por esto es que sólo se encuentran en un área muy pequeña del mundo, cerca al Ecuador donde las temperaturas se mantienen relativamente constantes.
El arrecife del Varadero se desarrolla de manera exitosa a pesar de las presiones humanas y el aumento de la temperatura. A diferencia de otros corales en el Caribe, este arrecife ha mostrado pocas señales de blanqueamiento. Y esto último es de gran interés para los científicos, quienes quieren saber el por qué.
“Por alguna razón estos corales están saludables, están tolerando una gran cantidad de insultos ambientales”, dice Mónica Medina, investigadora de la Universidad Estatal de Pensilvania que consiguió fondos de “RAPID” (fondos reservados para propuestas de investigación urgentes) de la Fundación Nacional de la Ciencia (Estados Unidos, NSF son sus siglas en inglés) para estudiar lo más que se pueda este arrecife antes que lo destruyan con el dragado. Nacida en Colombia, Medina se siente como en casa bajo el techo del local de los Avendaño. Le sonríe a una mujer mayor de edad que anda dando vueltas ofreciendo cocadas para la venta, cocadas que están derritiéndose con el calor que hace. Medina compra algunas cocadas para colaborarle a la señora, pero también para probar los dulces de casa.
Medina no hace solo ciencia, en su cabeza también está la conservación. “No es sólo importante estudiar este arrecife, pero también es importante protegerlo porque estamos tratando de encontrar relictos de arrecifes que son resistentes, que son resilientes, que son realmente robustos ante el cambio climático y las actividades antrópicas, y este parece ser uno de ellos”.
La red de trabajo de Medina es global. Ella trabaja con Rebecca Vega Thurber de la Universidad Estatal de Oregon, experta en microbiología de corales, en otro proyecto financiado por la NSF. Juntas han estado colectando datos a nivel global para mapear los corales a nivel microbiano y así aprender los secretos que les permite a algunos corales sobrevivir, mientras que otros mueren bajo las presiones humanas. Vega Thurber ha colectado muestras de todas partes del mundo para procesar en su laboratorio en Oregon, pero considera que Varadero es vital. “Ese es un lugar muy especial y por eso tenemos que voltear nuestra mirada hacía allá”, dice, “si podemos comprender algunos de las razones mecanísticas por la que los corales pueden vivir bajo las condiciones que viven, entonces de pronto podamos ayudar a otros corales cuando las presiones ambientales provocadas por el hombre aumenten”.
Salvar los corales se ha vuelvo algo más que personal para Vega Thurber, conmoviéndola a medida que ha viajado por el mundo colectando datos. Ella ha sido testigo de la dependencia que tienen las comunidades locales de los arrecifes que los rodean. “Esto me ha hecho entender que nuestro trabajo se puede sumar a esfuerzos que las agencias y comunidades locales están haciendo para salvar sus arrecifes”.
Vega Thurber y Medina concuerdan que ya no es sólo ciencia. Es la sobrevivencia del hombre. Es por esto que Medina se ha aliado con un contingente local. Valeria Pizarro maneja el proyecto y ella considera que Hector Avendaño y los otros Ocho Hermanos son parte del equipo, no son sólo los que proveen el servicio de transporte a los investigadores desde Cartagena a Varadero. Ella considera que su conocimiento tradicional y experiencia en esta agua es un activo invaluable.
Y es cierto, mientras que la pérdida de Varadero tan poco tiempo después de su descubrimiento puede ser un duro golpe para la ciencia, es para Avendaño y sus hermanos, quienes viven allí los que más perderían de ser dragado el canal alterno. Ellos son los que nadan sus riscos y cañones en busca de los pargos rojos y los pulpos. Ellos son los que van a verse forzados a ir cada vez más lejos, a trabajar por más tiempo y en algunos casos, a usar artes o métodos de pesca más riesgosos para su vida. Su ya escaso turismo será aún menor si se aumenta el número de buques que acceden a la bahía y continúan los procesos de erosión costera. Para Medina, explorar este arrecife y conocer la gente que depende de él se ha vuelto un punto decisivo en su carrera. “Yo siempre me pregunto, ‘por qué hice un doctorado?’” confiesa Medina. Pero después de hablar largo y tendido con los pescadores de Bocachica, ella encuentra la respuesta a su pregunta. “Ayer, cuando íbamos de regreso a Cartagena, pensé, ‘por esto es que tengo un doctorado’. Se siente sincero, en mi corazón”, dice, respirando hondo y volteando a mirar a los niños que se han reunido alrededor del local, atraídos por las luces usadas para la entrevista y los extraños que han vuelto a su isla una vez más.
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Las consecuencias no deseadas de la paz
Hay presiones globales y presiones locales. Y hay políticas nacionales y un conflicto interno. Todos estos factores moldean el futuro de Varadero. Colombia está surgiendo de de uno de los conflictos más largos del hemisferio. La tentativa de paz entre las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno central es la puerta para el desarrollo en áreas que antes estaban bajo el mando de los rebeldes. Esto a su vez crea una necesidad para expandir la infraestructura portuaria y la capacidad de transporte marítimo, como el nuevo canal alterno que destruiría Varadero.
Pizarro entiende bien la complicada historia de su país. Su tío, Carlos Pizarro, fue uno de los fundadores del M-19, un grupo guerrillero que se armó y lucho en contra del gobierno entre las décadas de 1970 y 1980. Carlos Pizarro eventualmente cambió sus combates en el campo por una sonrisa política, y fue candidato presidencial después que el grupo armado dejo las armas y firmó la paz con el gobierno de turno, y trató de integrarse al proceso político. Poco después en abril de 1990, cuando estaba liderando las encuestas, fue asesinado.
La familia de Valeria Pizarro siempre ha tenido un enfoque sobre los problemas sociales. “Las discusiones en las reuniones familiares siempre han sido sobre como cambiamos las cosas para ‘salvar el mundo’ y solucionar los problemas del país”, explica. Ella cree que proteger extraordinaria biodiversidad de Colombia es clave para el futuro del país. Ella lleva el espíritu guerrero de su familia con la causa de salvar los arrecifes coralinos.
Después de guiar a los visitantes en un tour subacuático por Varadero para que su improbable magnificencia sea vista de primera mano, Pizarro los lleva a conocer a otro miembro de la coalición. En un apartamento acogedor que queda cerca al aeropuerto de Cartagena, conocen a Rafael Vergara. Con pelo largo y canoso, cogido en una cola hacía atrás, con una voz gruesa y una mirada brillante que sugiere que no siempre hay que tomarlo en serio, él ha vivido una buena parte de la historia colombiana.
El apartamento de Vergara está lleno de arte del Amazonas, pequeños fetiches y grandes pinturas de sirenas con los senos a la vista sobre su cama. Una foto a blanco y negro, colgada en una de las paredes, muestra a Vergara en la montaña sentado al lado del apuesto Carlos Pizarro, quien a vista de pájaro uno puede confundir con el Che Guevara por su barba y boina. Vergara también hizo parte del grupo M-19. Pero ahora él ha canalizado su espíritu revolucionario en el papel de abogado ambientalista y periodista que usa la columna del periódico que lo publica para luchar por la protección del arrecife de Varadero.
“Este es un arrecife heroico. Ha resistido todo. Ha resistido polución. Ha resistido sedimentación. Ha resistido aguas polutas. Y ha continuado resistiendo, pero ahora es nuestro turno”, Dice, golpeando su pecho como un comandante rebelde llamando a sus seguidores en la selva.
Sus comentarios hacen referencia al apodo de Cartagena, la ciudad Heroica, que sostiene desde los tiempos en que sus murallas resistieron las invasiones piratas. Tanto es así que el fuerte cerca al pueblo de Bocachica se construyó para proteger la bahía y el primer canal de acceso que fue dragado durante la colonia hace 500 años. Durante las invasiones, los esclavos que mantenían en los fuertes debían levantar una cadena enorme que iba de un fuerte a otro a través del canal, bloqueando efectivamente la entrada de embarcaciones enemigas. Varadero, con sus riscos naturales de carbonato de calcio depositado por los corales, sirvieron como una extensión natural a estas fortificaciones. La geografía y biología fundidas para hacer parte integral de la historia de la ciudad.
Que el idealismo de la generación de Rafael Vergara y Carlos Pizarro haya pasado de forma pragmática al activismo ambiental de Valeria Pizarro y Mónica Medina es parte de una trayectoria de esperanza en Colombia. En un momento la toma de armas para la resolución de conflictos pareció la única solución. Pero los colombianos ahora sienten que pueden trabajar con el sistema en vez de coger las armas. “Ahora tenemos que salir en su defensa porque ellos no pueden moverse”, dice Vergara sobre los arrecifes coralinos. “Su fuerza es su belleza para sobrevivir. Nuestra defensa tiene que ser un imperativo ético”.
Cartagena no solo un lugar donde la preservación de la biodiversidad de Colombia está en peligro, sino es la casa simbólica de otro enorme cambio: la firma del acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC. El lunes 26 de noviembre 2016, el presidente Juan Manuel Santos y el líder de las FARC Rodrigo Londoño, ambos vestidos de blanco, apretaron sus manos acordando terminar cinco décadas de guerra civil. El evento estuvo marcado por el simbolismo. Con la muralla de la ciudad vieja como fondo, la multitud de observadores, también vestidos de blanco, vieron como las palomas alzaban vuelo mientras los jets pasaban sobre sus cabezas dejando tres columnas de humo amarillo, azul y rojo, los colores de la bandera de Colombia, mientras sonaba de fondo la “Oda a la Alegría” de Beethoven.
Pizarro estaba presente. “Para mí, estar allí fue muy emocionante – y un poco sobrecogedor”, cuenta. Ella estaba sentada con algunas de las víctimas del conflicto. “No podía dejar de pensar en lo maravilloso y al mismo tiempo, en los difíciles tiempos que nos esperan”.
Será maravilloso porque hablar de paz después de 50 años puede sólo inspirar esperanza – y difícil porque una transición así nunca es fácil. Y su preocupación es acertada. Una semana después de la firma, en un referendo nacional no se aceptó el acuerdo de paz. Muchos sintieron que el acuerdo era demasiado indulgente para las guerrillas armadas que habían causado tanto daño al país.
“Estuve deprimida por días y semanas. Era sobre lo único que hablaba con mis amigos y mi familia”. Dice Pizarro.
El pasado noviembre, el parlamento colombiano finalmente aprobó un acuerdo de paz revisado, dando así nuevas luces de esperanza. Irónicamente, este titubeo de paz puede haber ayudado a retrasar la destrucción de Varadero mientras inversionistas esperan y miran el progreso del proceso de paz antes de comprometerse con proyectos de gran infraestructura.
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Rutas alternativas de acceso
El futuro de Varadero no está definido. El desarrollo aún no ha comenzado, y hay otras opciones posibles. Una ruta más larga puede ser dragada para que los buques entren por Bocagrande, pero será mucho más costosa para dragar, más costosa para proteger de la erosión costera y por su localización los buques pasarían cerca de algunas de las construcciones más costosas de la ciudad, donde se elevan los rascacielos más altos de Cartagena. En Bocachica, sólo hay barro, ladrillos y casas pequeñas de pescadores.
Varadero aún se acurruca debajo de esa capa de agua lodosa. Los pescadores siguen derivando sobre sus corales, pescando desde pequeñas canoas y botes. Mónica Medina, Valeria Pizarro y su gran coalición de investigadores, pobladores locales y hasta un ex-guerrillero, realizan muestreos y transectos, toman datos, sacan fotografías en un intento de mapear y explorar el misterio que permite que estas colonias florezcan en un sitio tan poco común. Ellos esperan que al tener los ojos del mundo en su país, a medida que avanza el proceso de paz, haya un rayo de luz sobre los esfuerzos que están haciendo.
El arrecife heroico ha sobrevivido, en gran medida escondido a la vista, a lo largo de medio milenio de explotación y conflicto humano. Pero Medina cree que es tiempo de compartir el secreto de Varadero con el mundo. Este arrecife le da a los científicos esperanza. En un momento donde los corales están desapareciendo en todo el mundo, más rápido que nunca antes, con casi la mitad de los arrecifes del planeta casi desaparecidos o altamente degradados, Varadero ofrece la promesa que algunos corales pueden sobrevivir el embate. Teniendo el tiempo suficiente, los investigadores podrían descubrir las claves para que los humanos y los corales coexistan otros quinientos años.
Pero a medida que los buques de carga pasan lentamente por Bocachica, los científicos y los pescadores comprenden que algún día, el dragado del segundo canal puede empezar y Varadero puede volverse solo un recuerdo, un artefacto, otra parte de la historia trágica de la bella ciudad Heroica.
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One reply on “El Arrecife Heroico”
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